Jorge J.E. Gracia se graduó como Bachiller en Artes y Ciencias en 1960 en la St. Thomas Military Academy, en La Habana. Entre 1960 y 1961 inició estudios de Arquitectura en la Universidad de La Habana y de arte en la Academia de San Alejandro. En 1965 estudió Filosofía en Wheaton College y obtuvo la Maestría en esa disciplina en la Universidad de Chicago en 1966. Se doctoró en Filosofía por la Universidad de Toronto en 1971. El profesor Jorge J.E. Gracia ha trabajado la filosofía medieval, la hermenéutica, la metafísica y el pensamiento hispanoamericano. Es profesor distinguido de State University of New York at Buffalo y miembro de la American Philosophical Association. Escritor y conferencista incansable, tiene más de veinte títulos publicados. Fue fundador del Committee for Hispanics in Philosophy.
Sus notas biográficas son escuetas. Apuntan los nombres de sus padres, su esposa y sus hijas, pero no mucho más. ¿Puede decirnos algo sobre su persona, dónde nació, cuándo y por qué vino a los Estados Unidos?
Nací en un pueblo perdido en el norte de la provincia de Camagüey, llamado Chambas, cerca de Morón. Mi bisabuelo paterno había despilfarrado su fortuna, vivió siempre como rico, en la casa que tumbaron para construir el Centro Masónico en Carlos III. Y mi abuelo, que era médico, farmacéutico, y miembro del congreso, no tenía sesos para los negocios y murió a los 46 años de cáncer, metido en un pueblo del interior adonde había ido a tratar gente pobre después de decir que la política era muy sucia (el idealismo viene por ese lado de la familia). Me imagino que estaba tratando de compensar por la buena vida que mi bisabuelo había llevado. Lo poco que mi abuelo le dejó a la familia, se lo llevó el socio con el que tenía una botica. Así y todo los Gracia (la madre era Dubié, de origen francés, y con pretensiones de gran cultura) se educaron, y mi padre, que quería ser médico, tuvo que hacerse farmacéutico por falta de recursos. Cuando se recibió tuvo dos opciones: morirse de hambre en La Habana o hacer dinero en el campo. Se fue al campo e hizo una fortuna. Y allí, en Chambas, nací yo, el 18 de julio de 1942.
Cuando yo tenía dos años de edad, mi padre vendió la farmacia y una finca que había comprado y nos fuimos a Camagüey, después a un naranjal en Ceballos y más tarde a la playa, cerca de La Habana. Mi hermano, que estaba a cargo de la colonia en el Central Steward, murió en un accidente y nos volvimos a vivir por dos años en Ciego de Ávila, en la Calle Independencia, a media cuadra del parque. De allí a La Habana.
Mi padre murió en 1957 de un ataque al corazón, cuando yo tenía 14 años. Empecé en los Maristas de la Víbora por continuidad, ya que había estado en los Maristas en Ciego de Ávila. Eso determinó donde vivimos en La Habana. Pero después que mi padre murió, entré en la St Thomas Military Academy, en el Country. De allí a la Universidad de La Habana, en arquitectura. En el primer año, después del fiasco de Cochinos, no pude volver a la Universidad porque estaba fichado. La única alternativa era salir de Cuba. Mi madre no quería salir porque mi abuela estaba todavía viva, y mi hermana estaba casada con un señor que en aquella época estaba de acuerdo con Castro. Salí solo, en el último ferry para West Palm Beach. Estuve en Miami un par de días y después me fui a Jacksonville, a vivir con los Inclán, porque era amigo y compañero de colegio del hijo, Alberto. Vuelta a Miami por un par de meses para aprender un poco de inglés y de allí a college en Wheaton. Los detalles de la historia son largos, pero esta es la versión escueta.
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Sus notas biográficas son escuetas. Apuntan los nombres de sus padres, su esposa y sus hijas, pero no mucho más. ¿Puede decirnos algo sobre su persona, dónde nació, cuándo y por qué vino a los Estados Unidos?
Nací en un pueblo perdido en el norte de la provincia de Camagüey, llamado Chambas, cerca de Morón. Mi bisabuelo paterno había despilfarrado su fortuna, vivió siempre como rico, en la casa que tumbaron para construir el Centro Masónico en Carlos III. Y mi abuelo, que era médico, farmacéutico, y miembro del congreso, no tenía sesos para los negocios y murió a los 46 años de cáncer, metido en un pueblo del interior adonde había ido a tratar gente pobre después de decir que la política era muy sucia (el idealismo viene por ese lado de la familia). Me imagino que estaba tratando de compensar por la buena vida que mi bisabuelo había llevado. Lo poco que mi abuelo le dejó a la familia, se lo llevó el socio con el que tenía una botica. Así y todo los Gracia (la madre era Dubié, de origen francés, y con pretensiones de gran cultura) se educaron, y mi padre, que quería ser médico, tuvo que hacerse farmacéutico por falta de recursos. Cuando se recibió tuvo dos opciones: morirse de hambre en La Habana o hacer dinero en el campo. Se fue al campo e hizo una fortuna. Y allí, en Chambas, nací yo, el 18 de julio de 1942.
Cuando yo tenía dos años de edad, mi padre vendió la farmacia y una finca que había comprado y nos fuimos a Camagüey, después a un naranjal en Ceballos y más tarde a la playa, cerca de La Habana. Mi hermano, que estaba a cargo de la colonia en el Central Steward, murió en un accidente y nos volvimos a vivir por dos años en Ciego de Ávila, en la Calle Independencia, a media cuadra del parque. De allí a La Habana.
Mi padre murió en 1957 de un ataque al corazón, cuando yo tenía 14 años. Empecé en los Maristas de la Víbora por continuidad, ya que había estado en los Maristas en Ciego de Ávila. Eso determinó donde vivimos en La Habana. Pero después que mi padre murió, entré en la St Thomas Military Academy, en el Country. De allí a la Universidad de La Habana, en arquitectura. En el primer año, después del fiasco de Cochinos, no pude volver a la Universidad porque estaba fichado. La única alternativa era salir de Cuba. Mi madre no quería salir porque mi abuela estaba todavía viva, y mi hermana estaba casada con un señor que en aquella época estaba de acuerdo con Castro. Salí solo, en el último ferry para West Palm Beach. Estuve en Miami un par de días y después me fui a Jacksonville, a vivir con los Inclán, porque era amigo y compañero de colegio del hijo, Alberto. Vuelta a Miami por un par de meses para aprender un poco de inglés y de allí a college en Wheaton. Los detalles de la historia son largos, pero esta es la versión escueta.
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