Esteban Mora Garita
Instituto Teológico de América Central
En la Grecia Antigua utilizaban el término techné para explicar la habilidad, las destrezas, las capacidades que se pueden aprender, en pocas palabras, tener entendimiento con algo. Esta es la palabra que ha originado la nuestra de “técnica” y comparte el significado anterior, según Blummenberg y Gadamer. La técnica hoy implica un sistema, un dispositivo que nos capacita para encajar en el mundo laboral, en el mundo de la producción. Pero esta capacitación es mas bien una caracterización pues la persona pasa a ser un título y nada más, el valor adquirido depende incluso del centro educativo en el que se ha formado el individuo, así como unas tenis o un reloj vale según la empresa en que ha sido fabricado. La técnica es la totalidad de los objetos que funcionan a nuestro alrededor como artefactos, incluso los demás seres humanos. Yo me atrevo a decir que la única diferencia radica en que para los griegos era el hombre (y no la mujer, según su cultura) el que poseía la técnica, cierta técnica; hoy, por el contrario, es la técnica la que domestica al hombre y la mujer, es la técnica la que los ordena y los explica frente a la realidad, para poder entrar en este tema, veo conveniente hacer el enlace con la película.
En la película “Tiempos Modernos” de Charlie Chaplin, se notan muy bien los efectos que ha producido la revolución industrial en la humanidad, tanto en la concepción del mundo, como en la manera en que los humanos nos relacionamos. Para empezar con las empresas y las fábricas se originó un nuevo tipo de relación laboral: el patrón y el empleado; cuando antes eran relaciones comerciales –algunas desfavorables pero comerciales a fin de cuentas-; otras relaciones que existieron –y con pena ajena, existen– son las que tienen que ver con la esclavitud. Pero, para retomar, la revolución industrial no solo abrió las puertas a los tiempos modernos sino que ha hecho un giro en el que los seres humanos pasan de ser personas-individuos a ser clasificados como “un lugar” en alguna fábrica, “un carné” de empleado que marcó el tiempo de entrada y de salida, “un número” en la planilla, o bien un sub-empleado que ni en planilla existe, como muchos empleados de limpieza en las fábricas o en las casas de habitación. Esto lo refleja muy bien la película cuando en plan cómico Charlie sale corriendo de la fábrica pero se devuelve porque se acuerda que debe de marcar en la tarjeta de control cada vez que sale pues esto implica un cese laboral, es decir, dinero que no hay que pagar al empleado del cané numero “x”. Y es que, precisamente, la técnica nos da una comprensión del mundo y nuevas tecnologías, la primera configura y determina a la humanidad -por eso la técnica tiene una profundidad ontológica-; y la segunda es como el “caramelito” con que nos van “endulzando” para que nos pase por la garganta el trago amargo de la configuración técnica del ser humano.
Otro de los temas que me gustaría tocar es acerca de las consecuencias en la salud que trae consigo el elaborar un trabajo específico, por ejemplo los que trabajan de cajeros en los bancos (y todas las personas que tienen que digitar todo el día en un teclado) llegan a sufrir en las manos el síndrome del “túnel del carpo” que básicamente les atrofia la mano al estirárseles los tendones de ésta, ocasionándoles un trastorno doloroso puesto que al hinchárseles los tendones obstruyen el túnel carpiano que “protege el nervio mediano. El nervio mediano le da a usted la sensación en el dedo pulgar, índice, mediano y anular. Pero cuando otros tejidos —tales como ligamentos y tendones— en el túnel carpiano se hinchan o inflaman éstos presionan el nervio mediano. Esa presión puede hacer que parte de su mano duela o se sienta entumecida”1. Traigo este tema a colación porque en la película se hace notar, siempre de manera chistosa, los problemas que ocasionan los avances técnicos en la salud de la persona, cuando el hombre se detiene de trabajar ya su cuerpo había pasado mucho tiempo en un movimiento determinado que le lleva a realizar ese movimiento incluso cuando no está laborando. En decir, que bien que estamos en la era de la fabricación en serie, en la era de la velocidad y eficacia laboral, pero que mal que estamos recibiendo nuevas enfermedades laborales como lo comparte la página de internet:
“…ya que es en el medio laboral donde la exposición a ciertos agentes suele ser más intensa y por tanto, más susceptible de producir enfermedades. Algunos ejemplos de esta circunstancia son la silicosis, enfermedad pulmonar que afecta a los mineros, trabajadores de la industria y alfareros por la exposición al polvo de sílice; el cáncer de escroto en los deshollinadores, en relación con el hollín; alteraciones neurológicas en los alfareros por el uso de productos con base de plomo o alteraciones óseas en los trabajadores de la industria de cerillas por la exposición al fósforo. Muchos de estos procesos captaron la atención general durante la Revolución Industrial en el siglo XIX”.
No se pueden reducir los tiempos modernos a que el ser humano solamente sirve para fabricar cosas, objetos (homo faber); sino que se debe ampliar la visión de que el hombre es también “homo ludens”, es más transcendental, utópica, pues dentro de esta percepción del hombre que juega se nota la actividad productiva sin afán de competencia, donde se obtiene la diversión no como producto, sino como resultado espontáneo. Pero como el espíritu competitivo es característico del hombre, es a través de la técnica en la que se le da un significado a la modernidad, en tanto define todo como manipulable, cuantificable, calculable, controlable, disponible, reemplazable, es decir que todo puede ser organizado y planificado. Las cosas que están ahí en el mundo son almacenables para luego aplicarles el “úsese y tírese”, esta mentalidad es perversa en cuanto, trasmite un valor muy bajo a toda la actividad humana, es como cortarle el asombro y la sensibilización, el aprecio y la admiración hacia el trabajo hecho por los demás, con esto también se da un paso de “insensibilización” hacia el arte, la poesía. Ahora todo se fabrica con facilidad y se puede conseguir en el mercado. Esto me lleva a otro punto que quiero referir.
La producción en masa, muy bien ejemplificada en la película cuando deciden aumentar el ritmo de la producción en varias ocasiones, es consecuencia del proceso de tecnificación, puesto que ahora hay muchas oportunidades de adquirir un producto (artefacto: cualquier obra manual realizada con un propósito o función técnica específica), es decir, el “úsese y tírese” es una manifestación del consumismo en el que estamos metidos. Esta producción serial tiene una dinámica de fondo que no es neutral, sino que es producto de una subjetividad, por eso lleva oculto una forma oculta de dominio político, en donde “técnica” es una ideología política. En el texto “Ciencia y Técnica como Ideología” de Habermas, se presenta a esta como “tecnocracia” que hace posible el dominio que el hombre procura sobre las fuerzas y hechos de la naturaleza, el ser humano necesita dominar para satisfacer sus necesidades primarias de subsistencia y entonces establece las ciencias empírico-analíticas desde el interés técnico. Así se impone una dictadura del confort fácil y consumista: el ser humano dejará de ser razón para reducirse a tecnología que se auto-erigirá en la sociedad tecnocrática. Que según la teoría de Max Weber se le debe llama “proceso de racionalización” el cual lleva a un desencanto del mundo:
“La civilización técnica y el progreso científico y la racionalidad instrumental se le puede llamar proceso de racionalización el cual lleva a un desencanto del mundo, es decir, ya no hay valores, dioses, misterios, magia, no hay sentido de trascendencia, pues lo que tenemos son hechos probables, resultados eficacia. A este proceso de racionalización lo mueven fuerzas que no son racionales, por ejemplo Auschwitz está en la cumbre de lo científico pero es irracional, porque detrás estuvo la voluntad del poder”.
En la película “Tiempos Modernos” de Charlie Chaplin, se notan muy bien los efectos que ha producido la revolución industrial en la humanidad, tanto en la concepción del mundo, como en la manera en que los humanos nos relacionamos. Para empezar con las empresas y las fábricas se originó un nuevo tipo de relación laboral: el patrón y el empleado; cuando antes eran relaciones comerciales –algunas desfavorables pero comerciales a fin de cuentas-; otras relaciones que existieron –y con pena ajena, existen– son las que tienen que ver con la esclavitud. Pero, para retomar, la revolución industrial no solo abrió las puertas a los tiempos modernos sino que ha hecho un giro en el que los seres humanos pasan de ser personas-individuos a ser clasificados como “un lugar” en alguna fábrica, “un carné” de empleado que marcó el tiempo de entrada y de salida, “un número” en la planilla, o bien un sub-empleado que ni en planilla existe, como muchos empleados de limpieza en las fábricas o en las casas de habitación. Esto lo refleja muy bien la película cuando en plan cómico Charlie sale corriendo de la fábrica pero se devuelve porque se acuerda que debe de marcar en la tarjeta de control cada vez que sale pues esto implica un cese laboral, es decir, dinero que no hay que pagar al empleado del cané numero “x”. Y es que, precisamente, la técnica nos da una comprensión del mundo y nuevas tecnologías, la primera configura y determina a la humanidad -por eso la técnica tiene una profundidad ontológica-; y la segunda es como el “caramelito” con que nos van “endulzando” para que nos pase por la garganta el trago amargo de la configuración técnica del ser humano.
Otro de los temas que me gustaría tocar es acerca de las consecuencias en la salud que trae consigo el elaborar un trabajo específico, por ejemplo los que trabajan de cajeros en los bancos (y todas las personas que tienen que digitar todo el día en un teclado) llegan a sufrir en las manos el síndrome del “túnel del carpo” que básicamente les atrofia la mano al estirárseles los tendones de ésta, ocasionándoles un trastorno doloroso puesto que al hinchárseles los tendones obstruyen el túnel carpiano que “protege el nervio mediano. El nervio mediano le da a usted la sensación en el dedo pulgar, índice, mediano y anular. Pero cuando otros tejidos —tales como ligamentos y tendones— en el túnel carpiano se hinchan o inflaman éstos presionan el nervio mediano. Esa presión puede hacer que parte de su mano duela o se sienta entumecida”1. Traigo este tema a colación porque en la película se hace notar, siempre de manera chistosa, los problemas que ocasionan los avances técnicos en la salud de la persona, cuando el hombre se detiene de trabajar ya su cuerpo había pasado mucho tiempo en un movimiento determinado que le lleva a realizar ese movimiento incluso cuando no está laborando. En decir, que bien que estamos en la era de la fabricación en serie, en la era de la velocidad y eficacia laboral, pero que mal que estamos recibiendo nuevas enfermedades laborales como lo comparte la página de internet:
“…ya que es en el medio laboral donde la exposición a ciertos agentes suele ser más intensa y por tanto, más susceptible de producir enfermedades. Algunos ejemplos de esta circunstancia son la silicosis, enfermedad pulmonar que afecta a los mineros, trabajadores de la industria y alfareros por la exposición al polvo de sílice; el cáncer de escroto en los deshollinadores, en relación con el hollín; alteraciones neurológicas en los alfareros por el uso de productos con base de plomo o alteraciones óseas en los trabajadores de la industria de cerillas por la exposición al fósforo. Muchos de estos procesos captaron la atención general durante la Revolución Industrial en el siglo XIX”.
No se pueden reducir los tiempos modernos a que el ser humano solamente sirve para fabricar cosas, objetos (homo faber); sino que se debe ampliar la visión de que el hombre es también “homo ludens”, es más transcendental, utópica, pues dentro de esta percepción del hombre que juega se nota la actividad productiva sin afán de competencia, donde se obtiene la diversión no como producto, sino como resultado espontáneo. Pero como el espíritu competitivo es característico del hombre, es a través de la técnica en la que se le da un significado a la modernidad, en tanto define todo como manipulable, cuantificable, calculable, controlable, disponible, reemplazable, es decir que todo puede ser organizado y planificado. Las cosas que están ahí en el mundo son almacenables para luego aplicarles el “úsese y tírese”, esta mentalidad es perversa en cuanto, trasmite un valor muy bajo a toda la actividad humana, es como cortarle el asombro y la sensibilización, el aprecio y la admiración hacia el trabajo hecho por los demás, con esto también se da un paso de “insensibilización” hacia el arte, la poesía. Ahora todo se fabrica con facilidad y se puede conseguir en el mercado. Esto me lleva a otro punto que quiero referir.
La producción en masa, muy bien ejemplificada en la película cuando deciden aumentar el ritmo de la producción en varias ocasiones, es consecuencia del proceso de tecnificación, puesto que ahora hay muchas oportunidades de adquirir un producto (artefacto: cualquier obra manual realizada con un propósito o función técnica específica), es decir, el “úsese y tírese” es una manifestación del consumismo en el que estamos metidos. Esta producción serial tiene una dinámica de fondo que no es neutral, sino que es producto de una subjetividad, por eso lleva oculto una forma oculta de dominio político, en donde “técnica” es una ideología política. En el texto “Ciencia y Técnica como Ideología” de Habermas, se presenta a esta como “tecnocracia” que hace posible el dominio que el hombre procura sobre las fuerzas y hechos de la naturaleza, el ser humano necesita dominar para satisfacer sus necesidades primarias de subsistencia y entonces establece las ciencias empírico-analíticas desde el interés técnico. Así se impone una dictadura del confort fácil y consumista: el ser humano dejará de ser razón para reducirse a tecnología que se auto-erigirá en la sociedad tecnocrática. Que según la teoría de Max Weber se le debe llama “proceso de racionalización” el cual lleva a un desencanto del mundo:
“La civilización técnica y el progreso científico y la racionalidad instrumental se le puede llamar proceso de racionalización el cual lleva a un desencanto del mundo, es decir, ya no hay valores, dioses, misterios, magia, no hay sentido de trascendencia, pues lo que tenemos son hechos probables, resultados eficacia. A este proceso de racionalización lo mueven fuerzas que no son racionales, por ejemplo Auschwitz está en la cumbre de lo científico pero es irracional, porque detrás estuvo la voluntad del poder”.
2 comentarios:
muy buen blog sin embargo hubiera sido mejor haber hablado mas del documental :)
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