lunes, 1 de octubre de 2007

...Georges Bataille

lunes, 1 de octubre de 2007

La soberanía de lo sagrado

Julian Fava*

En 1949, y después de dieciocho años de trabajo, Georges Bataille publica su proyecto más ambicioso: el primer volumen de lo que sería su ontología del movimiento general de la vida interior del hombre. La parte maldita aparece, de este modo, como una obra cuyas pretensiones son tan desmedidas como aquello que se propone: fundar las leyes de la economía general frente al limitado horizonte de la economía restringida. La vida no es solamente una forma que se configura dentro de los límites de lo útil; sino que ella es, fundamentalmente, una fuerza que se despliega, se derrocha y se dona

produciendo un excedente destinado a la destrucción. La existencia humana está escindida trágicamente. Mientras que en el mundo del día ?es decir, el mundo profano? la vida, reagenciada por medio de prohibiciones y tabúes, es reducida al ámbito del trabajo que condena al hombre a una condición servil, en el mundo sagrado, en cambio, la existencia se abre sobre su límite más allá de la utilidad.

La risa, el erotismo y la poesía aparecen, así, como experiencias ligadas al gasto: lejos de las prácticas del mundo profano, donde cada individualidad se sostiene idéntica a condición de resguardarse en sus límites, exponen a cada singularidad a un afuera inaprensible, al instante que se resuelve en nada y que designa el reino milagroso del no saber, la soberanía, o la subjetividad profunda. La dialéctica económica entre el principio de utilidad y el principio de la pérdida está a la base, por lo tanto, de la

división entre el ámbito profano y el ámbito sagrado, abriendo esa triple dimensión: religioso-erótico-artística. No se trata, pues, de vestir lo real un ropaje inteligible. Se trata del excedente de nuestras fuerzas: de nuestra parte maldita. Se trata de apostar. Se trata de exponerse. Sólo así seremos soberanos, sólo así seremos eternos.

*Traductor de La parte maldita.

Bataille y el materialismo histórico

Mario Martin Gomez

La interpretación del pensamiento político de Georges Bataille ocupa un lugar destacado en el escenario filosófico contemporáneo: sus múltiples discusiones en torno al problema del Estado, su singular interpretación de la noción de soberanía y su recuperación como precursor de la temática de la comunidad marcan no sólo la originalidad de su elaboración filosóficopolítica sino también la vigencia de su pensamiento.

Este tópico complementa la plurivocidad de un pensar que no sólo se ocupó de temas tan diversos como el erotismo, el gasto, las religiones, la sociología francesa, el psicoanálisis o la escritura de novelas como Historie de l? oeil, sino que vinculó estos intereses con una preocupación por la imbricación entre teoría y praxis política.

No obstante, una zona del pensamiento político de Bataille espera ser exhumada: su singular apropiación del materialismo histórico durante los años 30, etapa que coincide con su pertenencia al movimiento surrealista. Este Bataille aún desconocido merece ser explorado; de este período se destacan una serie de artículos de la revista Contre-Attaque donde los clásicos conceptos de proletariado y revolución son enriquecidos en su tratamiento temático. Cabe mencionar la declaración Unión de lucha de

intelectuales revolucionarios: allí Bataille junto a Breton, Eluard, Klossowsky y Péret, entre otros, propone no sólo un diagnóstico de los motivos que condujeron al ascenso del fascismo sino fundamentalmente ?como toda filosofía política debiera hacer? a una terapéutica programática para enfrentarlo. La importancia filosófica de este aporte es doble. Por un lado, cancela aquellas lecturas que arbitrariamente ligan su pensamiento político al fascismo. Por el otro, demuestra su capacidad de producción colectiva en

el campo de la reflexión política, gesto pionero que retomarán Jean-Paul Sartre y Maurice Blanchot durante los años 60.

*Docente de Metafísica y Gnoseología de la Facultad de Filosofía y Letras de

la UBA.

La obsesión pornográfica

L.D.F

Las novelas pornográficas de Georges Bataille, publicadas bajo los seudónimos de Pierre Angélique o Lord Auch, parecen remitir directamente a la estilística del Marqués de Sade. Sus personajes, por lo general lineales (sin desarrollo psicológico), son transgresores y blasfemos. El erotismo de Bataille es un erotismo lindante con la mística, algo que se verifica en los personajes como Madame Edwarda o el Abad C. Este registro aparece como una mirada fría y abyecta de la carne, tal como lo detecta Michel Onfray. Se trata de una mirada que parte de cierta suciedad o culpabilidad (latente o transgredida) ligada a lo sexual. Seguramente, la observación de Onfray sea

atinada: la formación religiosa de Bataille pesó en esta construcción de lo sexual conectado con lo corruptible de lo corporal. Algo que, según Onfray, no aparece en los libertinos racionalistas de los siglos XVII y XVIII donde la mirada resulta radicalmente atea y materialista. En Bataille, así como en los casos de Sade o Sacher-Masoch, la obsesión pornográfica parte de la trasgresión a la ley. El espacio sádico ?el castillo gótico, la geografía cerrada, donde la orgía de los nobles se lleva a cabo? se contacta con el espacio masoquista (de Sacher-Masoch). En el caso de las novelas de

Bataille, la transgresión es mística, a diferencia de Sade, donde es claramente criminal. El cuerpo sádico es el cuerpo ilustrado, ateo y materialista; el sádico, el amo, tiene la potestad absoluta y el dominio sobre el resto de las vidas (los cuerpos) que se someten a la orgía. El master o la mistress son quienes ocupan el lugar de ?dios?, donde la ley que

rige en el castillo del crimen nada tiene que ver con el contrato civil. El cuerpo batailleano, en este sentido, es una herramienta cuyo exceso orgiástico pretende superar el límite de la discontinuidad de la existencia con los demás. Deseo, dolor y suplicio (algo que tanto obsesionaba a Bataille) aparecen intrínsecamente conectados en su poética. No son, entonces, los actos sexuales en sí mismos lo que le interesa al Bataille

pornógrafo, sino lo ?orgiástico? ?lo dionisíaco? tal como lo entendía Nietzsche en el Origen de la tragedia, es decir: ruptura de la ?soledad del ser? en el éxtasis de la carne.

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