Malebranche tiene como referencia significativa a Descartes; fue uno de los continuadores del pensamiento filosófico cartesiano. Asimismo añadió a su propio pensamiento aspectos teológicos san agustinianos, su otro gran referente. Esta síntesis entre San Agustín y Descartes llevó a Malebranche a plantear el ocasionalismo: filosofía bastante radical con respecto a los asuntos metafísicos tradicionales.
El ocasionalismo lleva hasta sus últimas consecuencias el dualismo cartesiano res cogitans - res extensa: niega que exista alguna conexión entre ambas substancias. Al igual que Descartes, para Malebranche el alma y la extensión son substancias, es decir, cada una de ellas puede concebirse sola sin la necesidad de concebir alguna otra cosa que la soporte. Estas dos substancias tienen sus propias modificaciones, sus modos de ser. Los modos, a diferencia de las substancias, necesitan de algún sustrato en el cual puedan ser.
Alma y extensión son entonces dos substancias diferentes e independientes la una de la otra. Esto porque los modos de la extensión son básicamente relaciones de distancia: pueden medirse, compararse, cuantificarse… es decir, son objeto de la geometría. En cambio, los modos del alma -razonamientos, sentimientos, deseos… pensamientos- no aceptan el mismo trato. Por lo tanto, son substancias completamente diferentes. Lo que está aquí en cuestión es la materialidad del alma y de sus modos. Es más, no es un tema que Malebranche cuestionó. Tampoco que el cuerpo humano sea meramente material o extenso, y que por lo tanto, no piense. Por ello, planteó estos modos del alma absolutamente independientes de la extensión: dice Malebranche que se puede pensar sin la necesidad de la extensión, del cuerpo. ¿Se puede pensar sin un cuerpo, no siendo cuerpo?
Algo que no se ha mencionado todavía: Malebranche incorpora en su filosofía la célebre frase "cogito ergo sum". Yo soy algo que piensa, nada más. Y como este modo no le es propio al cuerpo, yo no soy cuerpo. ¿Yo no soy éste cuerpo que está sentado frente a la computadora, escribiendo, escuchando uno o dos carros que pasan fuera de mi casa, bostezando…? Téngase presente esta idea a lo largo de ésta síntesis acerca de Malebranche.
En los planteamientos anteriores, Malebranche es bastante cartesiano. Sin embargo, Descartes identificó un punto de conexión entre alma y cuerpo: la glándula pineal. Fue su respuesta a la problemática de no ser éste cuerpo, sino ¿cómo se explicaría el que las manos escriban lo que estoy pensando? En cambio, Malebranche rechazó alguna conexión entre alma y cuerpo, por más pequeña o rara que sea -como la glándula pineal. Su respuesta a la problemática anterior fue un tanto más radical: el ocasionalismo.
Malebranche puso el alma a vivir en un mundo inteligible que no tiene ninguna comunicación con el mundo material, al cual pertenece el cuerpo. Este mundo material es un mundo invisible para nosotros los seres humanos. Por lo tanto, estamos imposibilitados para conocer el mundo tal y como es . ¿Cómo conocemos? ¿Qué conocemos? ¿Cuál es la garantía de que conozcamos algo, de que algo exista, de que existamos? La respuesta de Malebranche es dios.
"Este mundo que habitas no es de ninguna manera tal como tú lo crees, porque no es, efectivamente, tal y como lo ves o lo sientes" . Según la idea anterior, las teclas que siento en mis dedos, que veo y que escucho, no son teclas propiamente dichas, no son teclas en sí, por decirlo de alguna manera. Para Malebranche, lo que siento, veo y escucho es la idea de las teclas. Lo que existe, lo que tiene una realidad ontológica, son las ideas. De lo contrario, pensaríamos nada… pensaríamos la nada . Ahora, estas ideas son representaciones del mundo, de los objetos del mundo a los cuales no podemos acceder por la falta de comunicación entre la res cogitans y la res extensa. Esto significa, entre otras cosas, que los objetos no producen las ideas en nosotros. ¿Las producimos nosotros? Malebranche contestó con un rotundo no, pues estuvo muy lejos de plantear un sujeto productor de conocimiento, un sujeto activo en ese aspecto -o en cualquier otro. Tampoco son ideas innatas en nosotros; ¿cómo podríamos tener una idea innata de cada detalle del mundo? Recuérdese: lo que percibimos de cada ínfimo detalle del mundo son ideas, representaciones de las cosas y no las cosas en sí. Ahora, si las ideas son representaciones de las cosas inaccesibles a nosotros, ¿quién las representa… cómo se representan en nosotros? Es en esta encrucijada donde aparece dios como el garante de la objetividad, del conocimiento, de la verdad, de la existencia.
Como se mencionó antes, en Malebranche, el ser humano es enteramente pasivo: la única forma de que conozca algo es que lo reciba (pasivamente, sin ni siquiera un acto de apropiación) en su ser. Y según Malebranche, dios es el que imprime las ideas en nosotros, pues es el único que tiene acceso a los objetos del mundo ya que es infinito, omnipresente y omnisciente. La noción de dios malenbranchiana encierra o contiene absolutamente todo lo que es: la extensión que percibimos es la extensión inteligible contenida en dios, la representación de la extensión en sí que sólo dios conoce. Dicho de otra manera, dios es causa de si mismo y de todo lo que existe. De aquí que sea causa de nuestro conocimiento, que lo ocasione. Lo que nosotros conocemos es lo que vemos por y en dios: tal es la tesis de Malebranche.
Lo más grave del pensamiento de Malebranche es que, siendo dios la causa de todo lo que existe, es también causa de nuestras acciones: dios ocasiona el que yo mueva las manos para escribir en la computadora. Es más, dios ocasiona que yo crea que estoy moviendo las manos para… La libertad humana desaparece de un solo borrón en la filosofía de Malebranche.
Del ocasionalismo surgen problemas que terminan, por decirlo de alguna manera, en una especie de círculo vicioso. Por ejemplo: al principio de Conversaciones sobre la metafísica y la religión, Malebranche -en voz de Teodoro- le pide a Aristeo -que vendríamos a ser nosotros que estamos leyendo su obra- que abandone el mundo material en el que cree vivir, que no confíe en los sentidos, que acalle la imaginación, que luche contra su cuerpo… Da a entender que estos actos dependen de la voluntad de Aristeo. Pero, ¿cómo son posibles tales actos si todo lo ocasiona dios? Además, si lo que somos es pura res extensa viviendo en un mundo inteligible donde lo que vemos son las ideas que dios imprime en nosotros, ¿por qué pedir que luchemos contra el cuerpo y los sentidos, si estos vendrían a ser ideas impresas por nada más ni nada menos que dios? Pero acéptesele luchar contra el cuerpo: lo que Malebranche quiere es que no confiemos en los sentidos porque conducen al error, que abandonemos el cuerpo para poder acceder al mundo inteligible. Pero, ¿no es que ya pertenecíamos, como la res cogitans que somos, a ese mundo? Si de lleno no somos un cuerpo, ¿cuál es el sentido de luchar contra él? ¿Cómo vamos a luchar contra él si ni siquiera hay conexión entre res cogitans y res extensa? Ahora, la lucha contra el cuerpo se debe a la influencia de San Agustín, el cual identificó cuerpo y pecado. Pero, si dios ocasiona todo, ocasionó el cuerpo y, por consiguiente, ¿ocasionó el pecado? ¿Dios sería autor del pecado, así como del error al que conducen supuestamente los sentidos?
Adriana G.S
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