Si alcanzaré más allá de la piel
y encontrare en esta aventura
un momento de paz
seria por un instante salvo.
El hastío de la cotidiana derrota
me hace naufragar cada noche
en los aposentos etílicos
o bien en los paraísos artificiales
del opio o bien del porro.
¡Una generación, abocada a utopías de humo!
En esta cobija
no hemos sino de lamentarnos.
¡Cuán grato sería no enterarme de mi derrota!
¡Infeliz soy!
¡Cuan bienaventurado he sido de conocerle!
¡Que miserable soy por no saber acercarme a usted!
Por alejarme embebido en mis miedos
y en ese juego de la auto conmiseración,
negándome ese gratuito y magnánimo gesto: su amistad.
Me cobijo en esta mi miseria y bostezo.
En estas horas obscuras,
no puedo sino hacer leer mis palabras.
No puedo desprenderme de mis vicios
y de pedantería de mi cuerpo.
Le anhelo en mis sombras
y ello me exhorta en este hastío que me abraza.
Javier Torres Vindas
Mayo 11, 2007
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