martes, 17 de abril de 2007

Discusión

martes, 17 de abril de 2007
¿PACIFISMO Y PACIFICACION DE QUIÉN Y CONTRA QUIÉN?
¿CUÁL ES EL DEBATE CON JERRY ESPINOZA?

David Morera Herrera*

Es un gusto saber que las líneas críticas que elaboró el suscito, motivaron una respuesta del compañero filósofo Jerry Espinoza en la edición del 22 de marzo de Universidad. Bienvenida entonces la continuidad de la polémica y nuestro llamado a que se haga con toda franqueza y claridad.

Recapitulando, el artículo que suscribí el 22 de febrero del año en curso tiene dos aspectos centrales.

1) La crítica en el sentido de que, a escala social, no se puede hablar (ya sea condenar o celebrar) sobre la “violencia” en general, sin ponerle nombres y apellidos y ubicarla en el contexto, máxime en estos precisos momentos en que para los Arias, es decir, los conspicuos representantes de la oligarquía, la condena a la “violencia” ( entre líneas quiere decir: a los “bloqueos”) y el llamado a respetar la “institucionalidad”, en realidad significa sumisión al poder formal e ilegítimo que ellos mismos burlan y manejan a su antojo. Esta operación de propaganda y de terror velado, busca ablandar a los dirigentes populares e impedir que la indignación popular se desborde, a las puertas del más colosal golpe que se urde contra el pueblo costarricense en los últimos cincuenta años: el TLC y la agenda complementaria.

2) La crítica al argumento de Espinoza que el mismo sintetiza en su frase: “las revoluciones más exitosas han sido las menos violentas”. Ante este argumento, a mi criterio falso, he respondido que la vara para medir el “éxito” de una revolución a través del prisma histórico no ha de ser la aritmética de que más o menos violenta sea, sino por el contrario, que tan profundos cambios en la estructura económico-social y en el orden político ha parido, a fin de que se avance en términos de igualdad y derechos para las masas populares. Relacionado con lo anterior sostengo además que la violencia con que se producen los cambios sociales, está en estrecha proporción, querámoslo o no, con la violencia que los que detentan el poder ejerzan para defender sus enormes privilegios cuando los consideran amenazados. Así por ejemplo, el Gobierno electo de la Unidad Popular que encabezó Salvador Allende en Chile, acarició abiertamente la ilusión de la “vía pacífica al socialismo”, pero al nacionalizar el cobre y las telecomunicaciones, entre otras medidas, despertó la ira de los poderosos y del imperio (por cierto nada pacífica) con el resultado el 11 de septiembre de 1973 de la feroz dictadura de Pinochet, con su secuela de más de 30.000 asesinados y desparecidos.

Curiosamente, Espinoza obvia del todo la primera discusión, y se refiere únicamente al segundo de los aspectos que señalo y de una manera muy parcial. Bien, discutamos en ese terreno. Mi detractor pretende un golpe de efecto al oponer a las figuras de Gandhi y Luther King (“pacíficos y democráticos” a los ojos del sentido común) con los personajes de Lenin y Trotsky (que supone “violentos y dictatoriales”). Como la URSS, luego de la degeneración burocrática del stalinismo, es presentada como la viva imagen de una dictadura totalitaria, por supuesto que es muy rentable para Espinoza traer a colación ese ejemplo, para oponerla a los resultados de las llamadas “revoluciones pacíficas” de Gandhi y de Luther King.

Al respecto solo tres enunciados para finalizar:

1) No menosprecié ni menospreciaré nunca a las figuras –si se quiere heroicas- de Gandhi y Luther King, ni las conquistas logradas por la movilización de masas que acaudillaron en la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos y por la independencia e la India del dominio británico, lo único que escribí -y hoy reitero- es que, sin menospreciar esos logros, estos procesos distan de haber logrado resolver los graves problemas estructurales de la India y de los Estados Unidos. Basta con mencionar que la independencia de la India no modificó hasta la fecha el odioso sistema de castas que expresa una brutal desigualdad social.
2) Comparar a la Revolución Rusa que arranca el 7 de noviembre de 1917, con un simple “golpe de Estado” poca justicia le hace a su Historia, y al protagonismo ejemplar que en ella tuvieron los trabajadores y campesinos. Pero más grave aún, Espinoza pone un signo de identidad entre el régimen del verdugo Stalin que posteriormente conduce a degenerar el proceso, con los bolcheviques, entre ellos Lenin y Trotsky (este último asesinado por el propio Stalin), lo que tergiversa totalmente la Historia, “mezclando el agua con el aceite”.
3) Me parece que Espinoza, al cuál conozco desde hace varios años, no acierta utilizando el fantasma del stalinismo para debatir con el suscrito, sabiendo –como bien sabe- que varias corrientes del pensamiento marxista contemporáneo no dogmáticas (en las que me ubico), han ejercido una crítica y una práctica militante permanente (desde hace muchos años) contra el modelo stalinista que se derrumbó a partir de la caída del Muro de Berlín, cuando otros le rendían ciega pleitesía.

Espero haber precisado mis argumentaciones y haber contribuido a clarificar el debate.

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