Sólo cadáveres exquisitos me invaden cuando quiero escribir. Tanto que decir, tantas locuras sensatas que no encuentran correspondencia en las palabras, en órdenes morfológicas y sintácticas; no encuentran conceptualización. No, esto último no es así. Son conceptualizaciones fragmentadas, imágenes fugaces. No puedo definirme; soy una niña que inventa historias y que las actúa, que sólo tiene esas historias y que no sabe qué estamos haciendo aquí. No sé quién soy en los escenarios, qué papeles represento. Soy múltiple y diversa. Soy una persona más en un determinada momento y lugar; mucho ha acontecido ya, mucho. Es un peso que, si no logro apropiármelo, el mutismo me aplastará. El mundo no comenzó a existir cuando yo lo hice. No. Ya estaba ahí. Que raro comenzar a existir. De hecho, me parece que es “existir”, sin el “comenzar”.
jueves, 5 de abril de 2007
jueves, 5 de abril de 2007
Adriana González Serrano
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3 comentarios:
Es que ya había existir antes del comenzar (existir el ser antes de comenzar el ente). Precisamente sobre eso estoy escribiendo en mi blog, una biblia para agnósticos. Saludos desde la esfera trascendental.
Saludos!
Me parece que el ser está ligado al ente, sino ¿qué o quién existe? Conceptualmente (para decirlo de alguna manera) los separamos y comenzamos a hablar del ser como si fuera un ente, un sustantivo, "un algo ahi" (¿donde?).
El ente desarrolla al ser presisamente siendo. El ser, existir, es una actividad, mi actividad en un mundo histórico, político, social, cultural, etc.
El ser es nada, chicos, pero solamente porque no es 'algo'. La tradición es la que, muy contrariamente, dice que trata del ser pero lo confunde constantemente con el ente.
Problema grueso.
Saludos.
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